A partir de la innovación una compañía puede crear nuevo valor de muchas maneras. Puede hacer que un producto alcance un desempeño superior, hacerlo mucho más fácil de usar o consumir, elevar su vida útil, mejorar su fiabilidad, lograr que económicamente sea más accesible, mejorar su diseño, hacerlo ambientalmente más amigable, etc. De ahí la importancia de definir previamente muy bien el tipo de valor a crear. Como señala Gary P. Pisano en HBR (2015), “elegir qué tipo de valor creará su innovación y luego ceñirse a él es fundamental, porque las capacidades requeridas para cada una son muy diferentes y lleva tiempo acumularlas.”
Una compañía que intenta innovar sin una clara definición del tipo de valor a crear. Diluirá sus esfuerzos, cayendo irremediablemente en ineficiencias que mermarán su capacidad competitiva, ubicándola en una posición de riesgo en relación con su permanencia en el mercado.
Es aquí donde la estrategia adquiere toda relevancia en la innovación, dado que, la estrategia es el plan que habilita a la compañía para aprovechar todos sus recursos y capacidades para crear un tipo específico de valor.
Toda estrategia de innovación efectiva es capaz de agregar al producto o servicio, algo único y altamente valorado por el mercado objetivo. Por lo tanto, la estrategia de innovación es un plan de innovación que involucra la visión y misión, cuyo objetivo central es crear nuevo valor en productos y servicios, que satisfagan las necesidades de los consumidores de una mejor manera, para que estos estén dispuestos a pagar un precio más conveniente.
Andrés Silva Blog 